Los programas de desarrollo rural y de protección social se diferencian en la manera en que abordan la problemática de la pobreza. Los programas de protección social tienen el objetivo específico de aliviar las privaciones experimentadas por los hogares pobres, sin enfocarse explícitamente hacía la reducción de la pobreza en entornos rurales. Uno de sus principales ejemplos son los programas de Transferencias Monetarias Condicionadas (América Latina) o no Condicionadas (África). Las intervenciones de desarrollo rural, por su parte, buscan mejorar las condiciones productivas del campo a través de diferentes estrategias de apoyo técnico, acceso a bienes y activos, y esfuerzos para suplir las necesidades de los hogares rurales.  Desde un enfoque de desarrollo rural, estas actividades de fortalecimiento productivo de los hogares beneficiarios, busca mejorar la capacidad generadora de ingresos de los hogares y, así, encaminarlos hacía una senda por fuera de su situación de pobreza.